¿POR QUÉ UN CENTRO CONCEPCIONISTA?
Los Centros Concepcionistas son centros educativos católicos que tienen su origen en Santa Carmen Sallés, quien a finales del siglo XIX, en 1892, fundó en Burgos la Congregación Concepcionistas con la misión de educar a niños y jóvenes. La referencia a la persona de Jesús de Nazaret, al Evangelio y a la persona de María Inmaculada fundamentan esta misión. (Carácter Propio).
El Carácter propio de los centros concepcionistas es el acento particular que permite dar un aporte de novedad a la cultura de nuestro tiempo. Nuestra mirada de educadores descubre en los niños, adolescentes y jóvenes el rostro de Jesús. El encuentro con esos rostros desafía nuestra acción educativa, despierta la creatividad, cuestiona lo cotidiano y provoca el diálogo permanente con nuestra sociedad.
La respuesta educativa y evangelizadora de Carmen Sallés, con una visión de futuro, va dirigida a la persona considerada en su totalidad ”piedad y letras”, educa el corazón para el bien de la familia y de la sociedad, favorece soluciones creativas y libres y amplía los programas educativos, sobrepasando el límite de las exigencias legales.
La realidad social y educativa del momento presente exige de nuestras comunidades educativas una fidelidad dinámica al carisma y a la pedagogía de Carmen Sallés, en función de los retos que nos plantea la realidad del día a día de nuestras presencias.
La escuela concepcionista es una Comunidad Educativa de la Iglesia Católica, abierta a todos, que educa y evangeliza en el estilo pedagógico de Carmen Sallés en las distintas partes del mundo. “Amad a los niños y sabréis educarlos”.
Nuestro Centro Concepcionista tiene la misión de prestar un servicio educativo de calidad a los alumnos, a las familias y a la sociedad en la que está inserto, mediante el testimonio, el anuncio y la experiencia del carisma y la espiritualidad de Carmen Sallés, que hace posible una educación preventiva, integral y liberadora.
La Comunidad Educativa Concepcionista acoge las semillas de verdad, bondad y belleza presentes en todas las culturas y personas, para, desde ahí, poder formar personas abiertas a la comunión y a la trascendencia, por eso favorece la experiencia y la asimilación por parte de sus miembros de un conjunto de valores que llevan el sello de la universalidad: la fe en la dignidad de la persona humana y en su marca divina.
Para los educadores concepcionistas, religiosas y laicos, hombres y mujeres de hoy, es un privilegio sentirnos llamados a ser los continuadores del proyecto de Carmen Sallés para los jóvenes de nuestro tiempo. Con aquella pasión y entrega a la misión que alumbró toda su vida, así nosotros ahora elegimos mirar hacia el futuro con audacia y esperanza.